Carta a un año del desafortunado accidente de Luciano Pitronello y ad portas del Juicio Oral en su contra

extraído de liberaciontotal

Santiago, 30 de Mayo del 2012.

Nos encontramos a casi un año de tu burlesca mueca a la muerte aquel fatídico 1° de Junio.
A casi un año de una mañana sin llanto y sin asombro para mí.
Una mañana donde, coincidentemente, los llantos más teatrales no se hicieron esperar por parte de quienes primero dieron vuelta los ojos. Como si todas esas lágrimas no pudiesen haber sido en vano, decidieron matarte en sus pequeños corazones, antes que asumir este nuevo y difícil escenario impensado para muchxs.

Y es que si hubieses muerto serías un Mártir o un héroe, alguien a quien reivindicar en 100 años más; pero ahora, no eras más que otrx compa a quien criticar/destrozar. Muchxs se han valido de este período donde por razones obvias y entendibles escasean las palabras públicas, para tejer desconfianzas y sembrar rumores. Otrxs, se han dedicado a acrecentar rencores por parte de quienes dijeron pusiste en riesgo o perjudicaste judicialmente. Pero, ¿has sido tú y tu praxis el que lxs ha puesto en peligro, o acaso somos cada unx de nosotrxs responsable de quienes reconocemos como compañerxs, a quienes brindamos nuestra amistad, abrimos las puertas de nuestras casas y con quienes decidimos construir proyectos políticos y/o sociales? ¿no es en la intimidad de la conversación fraterna donde olfateamos las ideas, prácticas y/o simpatías de nuestrxs cercanos? ¿Acaso no existe la autocrítica al respecto?
Con la incontrolable y visceral odiosidad de siempre, vienen mil palabras que escupirles a quienes han actuado como cobardes, traidores, delatores y que de una u otra forma han sido cómplices de este sistema, de la Cárcel y el Estado, facilitando el aislamiento y el castigo social que estas siniestras instituciones han querido imponer sobre ti.
Pero no gastaré mi tiempo en hablar de ellxs, siempre llega el sabroso momento de reconocernos y mostrarnos los dientes.

Como nosotrxs, pienso que quizás muchxs otrxs de esxs locxs por la libertad, de esxs melancólicxs que recuerdan fechas que no están en rojo en ningún calendario, te recordaran hoy, y buscaremos de una u otra forma regalarte un gesto solidario de aquellos que abrazan fuerte, y hacen más llevadero este frío invierno en prisión.
Por mi parte, no puedo dejar de dedicarte unas palabras y de paso hacer un guiño a un hecho que marcó nuestras vidas y encendió varias mechas de esta horda impetuosa e incendiaria que amenaza cada rincón de civilización.

Para cierta parte de esta sociedad, de seguro no eres más que un fallido ataque explosivo con consecuencias ejemplificadoras. La venganza ciudadana contra el “terrorismo” antisocial. Justica Divina, según lxs más delirantes.
Para mi, Tortuga, eres el niño eternamente maravillado y asombrado; el de los mil por qués.
Eres el que fue “creciendo” y volviéndose serio y aproblemado; el de la nube negra sobre su cabeza.
Eres el individuo sin tiempos, íntegro y fuerte; el que encuentra mil razones para afrontar con alegría rebelde esta batalla cotidiana contra la prisión.
Eres lo que siempre supe que eras, mi mejor afín.

Tu mal llamado accidente, no fue más que el constante riesgo del ensayo-error. Una posible consecuencia de cuando las cosas no salen según lo planeado. Se ha hablado constantemente de los riesgos de la Lucha Social como: Cárcel, Muerte, Exilio o Clandestinidad. Pero no recuerdo jamás haber hablado de Agonía, Secuelas físicas, Rehabilitación o continuidad de las prácticas revolucionarias de quien carga con un nombre conocido y/o secuelas evidentes que lo identifican a posterior.
Me hago la autocrítica de que no estábamos preparadxs para esto, aunque casos ya hayan habido similares.
Con la guata, contra el tiempo, sin reales interesados en debatir y teorizar sobre el tema, con harto instinto y corazón, hemos ido avanzando mediocremente en esto de “asistir” a un cachorrx herido. Cautivo, vigilado y herido. Física y emocionalmente herido.
Y en esto, creo que la Empatía y la Solidaridad Internacionalista han hecho más que cualquier aporte médico o económico que hayamos pretendido realizarte.
Las fuerzas, el ánimo y el amor es lo que estxs desprovistxs e inexpertxs amigxs y amantes hemos tratado de entregarte en abundancia, para tratar de parchar en algo los vacíos mientras revisamos y mejoramos nuestras propias falencias.

No contábamos con los medios económicos, no contábamos con expertos en salud ni rehabilitación física, y si no hubiese sido por la ayuda externa, de familiares y doctores a sueldo, tú de seguro no podrías leerme en estas líneas.

Cuando todo esto empezó, ni siquiera teníamos certezas sobre la rutina carcelaria, sus reglamentos y prohibiciones. Muchas visitas truncadas, encomiendas a medio entregar, cartas sin enviar y tramites sin realizar, sólo por la total ignorancia de quienes te rodeábamos.
Porque hoy asumo mi ignorancia como tal.
Muchas veces hemos repetido antiguos y desgastados lemas como: ¡Abajo las cárceles del estado! ¡Presxs políticos a la calle! ¡Presxs en guerra a la calle! Pero cuando una persona, un individuo real, no hipotético, cae en estas cárceles, nos toca decir: Luciano está encarcelado. Pero, ¿sabíamos qué significaba que tú estuvieras preso (más allá del encierro, el acoso, o la tortura esperable por parte de tus celadores) para ti. para tu entorno, para cuestiones logísticas y de salud? ¿Alguien podía instruirnos u orientarnos sobre como sería la realidad particular de tu situación en el hospital de La cárcel de Santiago 1? Y es que ha sido una marcha a trancos, porque a nadie le importan las cárceles, salvo a las familias, amigxs o afines de quienes caen en ellas. Estas instituciones creadas para indeseables no necesitan mostrar cordialidad a sus usuarios. No existen verdaderas oficinas de informaciones, fonoayudas, páginas de internet o medios fidedignos donde corroborar la información que se nos entrega sobre nuestrxs hermanxs. El día de visita, el horario de duración, los requisitos para el ingreso personal o de encomiendas, el prodecimiento de revisión, son algunas de tantas cosas completamente subjetivas, donde la verdad es lo que dice el funcionario de turno.

No paro de revisar cómo se han sucedido las cosas, y tratar de aprender de tantos errores y vacíos que este año hemos tenido que afrontar. Rescatando la memoria histórica, en ex frentistas, ex lautaristas, ex rodriguistas y subversivos varios, he encontrado respuestas que nosotrxs como anarquistas, al menos en Chile, no habíamos sido capaces de bibliografiar.
Siguiendo con este largo camino reflexivo, hoy mismo fui testigo de cómo un cercano llevó a un gatito agonizante a sacrificar por un veterinario para evitarle el “sufrimiento” de su lenta muerte. Más allá de mi particular visión sobre la llamada medicina tradicional (que de tradicional no tiene nada) y sus trucos para pretender engañar a la Señora Muerte, no puedo parar de verme aquel día, pensando de qué forma alejarte del “dolor”, como si este no fuera parte de la vida que elegimos.
Te imaginé ciego, sordo, mudo, sin manos, con el cuerpo completamente quemado y mutilado. Postrado y, por si fuera poco, en manos del enemigo y la constante humillación que esto conlleva. Sin siquiera leer o escribir, que es lo que muchxs hacen para darle un sentido a esas interminables jornadas en prisión. Imaginaba los quehaceres cotidianos. ¿Quién te ayudaría en cosas tan simples como la higiene? ¿lxs carcelerxs? ¡Impensable! Entonces, te desee la muerte. Con todas mis ganas te desee la muerte porque de mí no dependería poder ayudarte.
Pero mírate ahora. Mira qué estúpida y fatalista reflexión inicial. ¿Cómo me pude situar en medio del universo, como si sólo de mi dependiera que las cosas sucedieran? Hoy estás intacto. Igual de feo, torpe y lento como una tartaruga en su caparazón. Hoy estás vivo. Hermosamente vivo, como te dije alguna vez. Y sigues luchando y aportando a la reflexión y a la propaganda, como en los mejores tiempos, lleno de proyecciones y sueños, sin que la cárcel presente ningún obstáculo para llevarlxs a cabo.

Tu rehabilitación ha sido exitosa según los médicos. Y si para ti no hubiese sido lo suficientemente satisfactoria, estoy segurx que no hubieses dudado en acabar por tus propios medios con una vida no deseada, de ser el caso. La condena que arriesgas tampoco resultó ser tan eterna, y aquí estamos, dispuestos a hacértela lo más llevadera posible.

Esta accidentada aventura no es más que una de tantas en las que nos las arreglamos para salir airosos.
Fuertes y orgullosos seguimos conspirando para encender estrellas de esta cálida noche, como niñxs salvajes brincando y danzando en caóticos rituales, aullando libertad.

Un beso enorme, cargado de sonrisas cómplices para ti y para quienes, pese a las diferencias, seguimos contigo, a un año de aquel 1° de mes.

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