LAS FIERAS QUIEREN ARRANCARLES EL CORAZÓN
“… Así, de padecimiento en padecimiento,
llegó a la convicción de que la vida era una guerra,
y que esta guerra él era el vencido. Y no teniendo mas armas que el odio, resolvió
agudizarlo en el presidio, y llevarlo consigo a su salida…”
“Los Miserables”, Víctor Hugo.
Ninguna tertulia o conversación, ninguna detallada descripción, ningún autoconvencimiento de estar preparadx para el encierro es cierto, lo único que te puede dar fuerzas para resistir el cautiverio es la explosiva combinación de amor, odio y conciencia revolucionaria, ni mas ni menos.
El tedio de la prisión, la sombría simetría de su estructura, la uniformidad gris de los carceleros, cada infinito detalle y cada estúpida regla en este cruel sistema de dominación esta pensada para el sometimiento de la voluntad. Mas brutal, tal vez, pero igual ala realidad exterior, lamentablemente para nuestros enemigos, estas vivencias alimentan mi rabia, mis ojos siguen llameantes, mi voluntad se hace inquebrantable y la frase “irreductibles enemigxs del poder” se hace de carne y hueso.
Así transitan aletargados mis días, 22 horas en una inmunda celda y mirando el sol entre rejas, sin llantos ni tristezas, si con una inmensa frustración que me invade, nos soy dócil nunca lo he sido y me urge el enfrentamiento contra la autoridad, sentimientos naturales para una ácrata que decidió vivir la anarquía, que se hizo adicto a besar apasionadamente la libertad y a jugar alegremente entre jaguares y culebras, construyendo diversas manadas; carnales, de vida y de lucha, que a veces se funden en una.
La insumisión revolotea como bandada de cuervos en mi cabeza, “ la guerra tiene sus tiempos” me aconseja una voz de ultratumba, mientras sigo agazapado en angustiante espera, “lamen su mano, pero las fieras quieren arrancarles el corazón”, esta escrito en un libro que devoro y me interpreta. Su solidaridad golpea en forma de alas, una y otra ves choca con estos muros y se filtra incontenible para arrancarme sonrisas, no esperaba menos de ustedes compañerxs y hermanxs, de quienes estoy seguro hierve sangre en las venas y tienen solidaridad a flor de piel. Háganme un favor, no abandonen la ofensiva, háganme un favor, no abandonen nuestros proyectos, háganme un favor, procuren que viva la anarquía.
¡Solo destruyendo nuestras cadenas, podremos seguir corriendo para alzar el vuelo!.
¡Solidaridad con la huelga de hambre de los presos políticos mapuche!
El Abuelo,
Desde el M.A.S,
18 de septiembre 2010.