Texto de Gabriel Pombo Da Silva
Vivir las prácticas insurreccionales lo mismo que organizarse informalmente es, en suma,
estimular a lxs individuos a recuperar el control (sin delegadxs o
expertxs) sobre su vida en “lo privado” (particular) y “lo
social”; como espacio que determina modelos de
vida/espectativas/rolles/comportamientos/fines/etc…
Que yo “apueste” por el principio federativo y grupos de acción
más “estables” (en el espacio-tiempo) que “difusos”
es por mi convencimiento personal que esta forma de organizarse no
ahoga o sanciona la autonomía del grupo o las otras
expresiones de lucha que se hacen complementarias.
La acción debe ciertamente ser un medio legítimo de
autodefensa y ataque al alcance de todxs (como lo son las IDEAS),
pero esto tampoco lo podemos “imponer” sino que debe ser
“sentido” y elegido por cada cual…
Elegir una forma “cerrada” de organizarse es algo opcional y no
sólo una formulación política.
Lo que cuenta es la afinidad y las dinámicas
(de discusión teórica y praxis revolucionaria) así
como las experiencias acumuladas (individual y colectivamente): como
individuos, grupo y como parte del movimiento antagonista que actúa
en el escenario social…
Hay compañerxs que opinan que actuar de forma más o menos
“cerrada” (y no abierta) entre las mismas personas, les
garantiza mayor “seguridad”… tanto
en el desarrollo de la acción como en evitar “filtraciones”.
Hay compañerxs que desean asumir sus responsabilidades y acciones
de forma plena (asumiendo a la vez las consecuencias) y por ello
adoptan un acrónimo fijo y otrxs compañerxs no ven la
necesidad de asumir las acciones con siglas pues las acciones se
desarrollan en contextos que “se explican a si mismas”.
A mi juicio ambos planteamientos son legítimos… por eso
también rechazo las “acusaciones” de “vanguardistas”
que ciertxs compañerxs organizadxs en grupos “estables”
han recibido desde el movimiento antiautoritario: me refiero a la FAI
(informal) y “Células del Fuego” (entre otras)…
El nivel de conciencia sobre la necesidad del ataque (y eso radica en
lxs integrantes de cada grupo, su análisis de la situación,
local e internacional, táctica y estratégicamente;
fines a conseguir, objetivos marcados, etc.) hace que compañerxs
opten por modelos organizativos que son más “cerrados”
que otros. Cada grupo en función de sus individualidades y
aspiraciones operativas tendrá que ser muy cauto y acertar en
sus elecciones: en los compañerxs, en los medios y lo
planeado…
Quienes desean llevar a la praxis acciones de ataque (liberación)
complejas precisan de una cualificación “específica”
que no puede encontrarse en una reunión espontánea de
compañerxs.
Esto significa que los fines/objetivos que cada grupo se propone llevar a la práctica
determina las formas organizativas y lxs compañerxs que
formarán parte de los grupos…
Como anárquico valoro toda expresión de lucha: ocupaciones,
manifestaciones, pintadas, sabotajes, expropiaciones, etc…
No creo que yo eligiese a “cualquier compañerx” para
desarrollar un proyecto en una Okupa; hacer un expropiación o
llevar a cabo una liberación… de
ese aspecto ( la elección de compañerxs) se encarga la
afinidad y la confianza que cada cual me inspira en según que
cosas…
De hecho podría vivir en una Okupa con unxs compañerxs
(con lxs que desarrollo un proyecto cultural, social, musical,
comunitario, etc.) “aliarme” esporádicamente
con otrxs para llevar a cabo acciones difusas no complejas y, tener
un grupo “cerrado” con el que llevo adelante acciones
complejas (expropiaciones, liberación de compas, etc.) que
otrxs compañerxs no estarían dispuestxs a llevar a
cabo…
Como ya he dicho no priorizo un método sobre todo como tampoco
fetichizo solamente la violencia revolucionaria. Considero que el
proyecto insurreccional anarquista es algo vivo que intenta abarcar
todas las cuestiones relativas a la dominación y la
liberación.
La dominación se combate con la teoría y la praxis, y la
liberación se alcanza del mismo modo…
Gabriel,
enero 2010