“Ravachol, El Francés Maldito*”
Volvíamos caminando del parque, un día sábado si mal no recuerdo, saboreando un helado al agua. Era verano, De reojo lo vimos amarrado, flaco, desnutrido diría yo, algo enfermo de sarna, buscaba saciar el hambre entre la basura, cruzamos la calle para verlo mas de cerca, nos miró fijo, sin bajar su mirada, algo desafiante si se quiere, nos miramos con mi compañera, en una mezcla de tristeza, rabia y reconocimiento a su actitud altiva, de igual a igual, sin supremacía ni menosprecios, nos sentimos reflejados en el, sin medir palabras ya estábamos de acuerdo en que debíamos rescatarlo, pero primero, lo primero, comida y ganarnos su confianza. Le compramos un pan y se lo ofrecimos, al principio nos observo con desconfianza y acercándose lentamente devoró presuroso las hallullas. Varios días seguidos le llevamos comida, generalmente con la complicidad de la noche para no despertar sospechas en sus carceleros, Su mirada, comenzó a cambiar y desprendimos de ella que éramos su única oportunidad, para escapar de su tortuosa existencia, el ALF (Animal Liberation Front), dice en algunos de sus manuales*que no se deben hacer acciones cerca de su casa, regla que decidimos romper. La mirada de Ravachol (nombre que le “pusimos” a nuestro hermano), nos anunciaba que estaba preparado para su liberación. Nos levantamos a las 4.00am, vestidos rigurosamente de negro, armados de “ilusiones” y una mochila con guantes, un poco de comida, un napoleón y una lata de spray. Nos dirigimos hacia el lugar.
Ravachol nos esperaba, cómplice como siempre, sin hacer el menor ruido, el pitbull café se quedo tan quieto como un _____. Dimos un vistazo a los alrededores, nadie, con mis manos, mi compañera acariciaba la cabeza del perro y con la otra le ofrecía comida, mientras yo cortaba sus cadenas con el napoleón, la sombra a mi lado, lo tomaba entre sus brazos y lo saco de entre las rejas, abrazándolo fuertemente, se echo a correr hasta el lugar de encuentro prefijado, a esa altura, yo guardando las herramientas y sacaba la lata de spray de la mochila, una breve agitada y el “ hasta destruir todas las jaulas, ALF” antecedió mi huida, a pocas cuadras Ravachol lamia la cara de mi compañera, mientras esta se reía a carcajadas.
Esa noche dormimos lxs tres juntxs, para que en la mañana revisáramos si tenia heridas y alimentarlo contundentemente, jugamos y a pesar de su esquelética figura, su fuerza nos impresiono.
En un taxi lo llevamos a su nueva kasa, la “Sacco”, pero fue un fracaso, se peleo con el “phillip” el gato blanco que vivía ahí. Ravachol comenzó a romper todo lo que veía, decidimos buscarle un nuevo hogar, hasta que un compañero en cueto con andes se ofreció a vivir con el. Aquí las huellas de nuestro querido hermano comienzan a tornarse difusas, tuvo problemas en su casa –hay versiones encontradas- desapareció o vive en otro lado. De lo que si estamos seguros, es que mientras vivió con nuestro compa fue muy feliz, como cuando corrían juntos todas las mañanas. Esperamos que Ravachol siga corriendo al igual que nuestro hermano.
Tiempo después, mi compañera me decía que esta acción es de los recuerdos mas dulces de su vida, que le rescate de un prisionero de la dominación*, sea cual sea su raza, es una experiencia que debería vivir cada revolucionarix, mientras extendía un papel con un plano de un “petshop”.
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“Mi Grupo Favorito”
Moviendo lentamente la destartalada perilla de una pequeña radio, entre emisora y emisora, se alcanza a escuchar…y los teloneros para el recital de rage…son… suicidal tendencies… y un desgarrado grito inundo las celdas ¡CHICO PEÑA Y LA CONCHETUMAREEE! Que antecedió a 10minutos de puteadas al mundo, maldiciones de las que no se salvaran el punk, los libros y por supuesto la Anarquía. Después de la tempestad, la calma, al rato vuelve el vendaval de furia contra todo lo que se le cruzara en esta diminuta celda, al rehuir la segunda estocada acústica se cambiaba el escenario del recital a la florida, a su estadio municipal, del cual el angustiado protagonista de esta historia, vivía a escasos metros, unas 15 casas para ser exacto. En su barrio se presentarían el 11 de agosto sus dos grupos preferidos, esas que escuchaba desde la adolescencia y que juro ir a ver sea como sea y ahora se veía tan lejana, más bien imposible.
Buscó la forma de estar entre los espectadores a como dé lugar, pero la decepción se apodero de su cuerpo, en su interior sabrá que las notas que habría disfrutado tantos años, nunca golpearían sus oídos en directo. Pensó pensó tanto estar ahí, aunque fuera en una foto carnet, le pediría a su compañera que comprara una entrada (bastante costosa para un grupo autodenominado anti-capitalista), y llevara un lienzo que dijera “PRESXS EN GUERRA, A LA KALLE” con una A adentro de un circulo, otra de las ideas que le pidió a su compa fue que llamara a un antiguo amigo del barrio para que rayara todas sus paredes denunciando por que estaba en la cárcel e imprimiera cientos de panfletos con la situación que él y otrxs compañerxs sufrían desde hace dos meses incomunicados en la cárcel de alta seguridad, sabiendo que el 99.9% que asistiría al evento no le interesaría, solo a un par de compas y por supuesto a su compañera, quien saliendo desde la prisión caminó directamente al teléfono público mas cercano.
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“Odio a la Policía”
Desperté bruscamente con los golpes en la puerta y un ¡NO, HOY DÍA NO! Seguido de forcejeos y pasos precipitados, me abrace a mi mamá al mismo tiempo que varios hombres entraban a nuestra pieza gritando y amenazándonos con sus armas, nos vestimos rápidamente, bajo su atenta mirada, al mismo tiempo otros registraban mi casa con mascarillas y guantes, buscando no se que, nos llevaron al living donde mi papa estaba sentado y rodeado por un par de hombres idénticos a los demás, masticando su rabia e intentando tranquilizarme, mirándome a los ojos, conectándose con mi corazón, me sentí flotar, como si el y yo estuviéramos solos en ese pequeño departamento, hasta que el reflejo de sus esposas me trajo de vuelta a la brutal realidad, un gesto suyo y un leve empujón de mi mamá me hicieron acercarme siendo recibido por un cálido abrazo que fue interrumpido por las gélidas cadenas.
Respirando hondo me explican que las personas que vestían de azul eran policías (cosa que yo ya sabía), y que estaban al servicio del poder, que eran sicarios con placa y que se lo llevarían por un tiempo largo, porque el papá odia las jaulas. En ese momento lo subieron a una camioneta blanca con letras azules que se fue con un par de ellos y sus sirenas sonando. Mire a mi mama y le dije que yo también odio las jaulas, mientras ella entre lagrimas de pena y orgullo me abrazaba fuertemente, un policía nos dijo irónicamente “¡que penita!”, a lo que mi mamá respondió con insultos por doquier y una mirada de furia. Yo tengo dos años y medio y me llamo Nahuel y como mi papá y mi mamá también odio a la policía.
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“El Costo de la Libertad”
Lo conversamos cien veces, jaulas para nadie, “culebrita” a veces pensaba que lo entendías y estabas de acuerdo, otras por tu cara me daba la sensación que te invadían las dudas, te explicaba lo que pensaba otra vez con paciencia infinita, que los demás seres vivos no son mascotas, que la vida no se vende, ni se compra y la libertad no se arrebata por egoísmo ¡NI POR NADA!.
Cada vez que iba a tu casa a verte y miraba a esos hermosos pájaros encerrados te lo volvía a repetir ¡jaulas para nadie! Y tu repetías lo que te decía tu abuela, que las aves estaban bien, que eran felices, porque cantaban, tenían agua y comida, y yo volvía a la carga preguntándote si estarías feliz encerrado, te quedabas callado, con la mirada perdida en tu respuesta. Al fin llego el día que tanto había soñado, el día en que me pediste ayuda para libertarlos, te tome para que alcanzaras la jaula, la llevamos al jardín y abrimos su puerta. El pájaro azul, voló velozmente, posándose en el primer árbol, la segunda ave no quería salir, tuvimos que meter la mano y tomarla para sacarla, te la entregue y la cogiste con tu pequeñas manos, la miraste un instante nervioso y la arrojaste al cielo, voló torpemente, se notaba que nunca había sido libre, choco con una malla de kiwi y cayó sobre un techo, aturdida intento pararse, estaba mareada, sorpresivamente saltó sobre ella un gato negro que de un mordisco la mato, perdiéndose elegantemente entre los tejados vecinos con la hermosa ave entre sus dientes. Me miraste como para exigir una explicación, me encogí de hombros y te dije, si me preguntas a mi, prefiero morir libre que vivir encerrado y miraste el árbol donde aun estaba posada el ave azul.
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“Radio Moscú”
Interferencias, voces de ultratumba, canciones entre cortadas, distorsión por doquier, ajusta las perillas solo un poco hacia la derecha, se perdió la señal, ajusta un poco la perilla hacia la izquierda, ahí ahí…..Radio 1° de mayo, desde la Victoria…directamente a mis oídos, shhhhhh, están hablando de la huelga de hambre de los Mapuches ¡64 días!, la voz del Garza (obviamente grabada hace semanas), explicando el conflicto, la señal desaparece y se “monta” uno de los estúpidos hermanos Copano… ¡maldita vieja y roñosa radio! ¡Estatal tenía que ser!, la zamarreo y se va a “negro”. Un deja vú me viene como un relámpago, igual que en los ochenta, es la imagen de mi papa y mi mama de madrugada haciendo malabares para sintonizar “Radio Moscú”, tan parecido, tan distinto…