Gustavo Rodríguez – Jurasic Park: El imposible revival del especificismo

Crónicas de encuentros y desencuentros desde un (Primer) Congreso Anarquista en México

Lo enterraron, pero durante toda la noche fúnebre, desde las vitrinas iluminadas, sus libros, colocados de tres en tres, lo velaban como ángeles de alas desplegadas y semejaban, para el que ya no existía, el símbolo de su resurrección.

Marcel Proust

 

Más allá de la muerte se vive (…) y desde ultratumba los espíritus dominan nuestras vidas y eligen nuestro destino (…) son los fantasmas que moran entre nosotros (…)

Allan Kardec

Aclarémoslo con fuerza y desde el principio para evitar malentendidos: aquí, no pretendemos descalificar los esfuerzos organizativos del denominado Primer Congreso Anarquista de México ni atacar a sus organizadores, tampoco tratamos de desconocer las verdaderas motivaciones y objetivos que dieron lugar a tal evento, todavía menos se intenta obstruir el periplo que comienzan desde tan nebuloso puerto. Simple y llanamente se desea situar nuestra reflexión en el espacio insoslayable del debate.

No cabe duda que al viejo Marx le asistía la razón en aquella precisión que hacía de Hegel, afirmando que: cuando la historia se repite, transforma en comedia aquello que fue tragedia alguna vez. Sin embargo –ahora que traemos a colación esta meditación marxiana– no seríamos enteramente justos si no dejáramos constancia de que no tod@s l@s participantes en dicho Congreso apostaban a la repetición y, mucho menos, optaban por la comedia. La presencia de una miríada de jóvenes compañer@s, hart@s pero decidid@s, constatan lo anterior, en clara oposición a la visión regresionista –consciente o no–, al sentimiento nostálgico y a la vocación espiritista que emergía del ambiente.

Es claro que ha llegado la hora de discutir algunas nociones clave y la de “anarquismo organizado” seguramente es la principal, ya que de ella emana la complicada ramificación que hoy nos ocupa con sus respectivos rótulos de especificidad al interior del especifismo. Para quienes conocemos desde adentro el largo camino de desvirtuación del período de ideologización del anarquismo, es inevitable encontrar numerosos puntos de contacto con lo que está ocurriendo en nuestros días. Es por eso que toda esta moda en torno al “anarquismo organizado” –ya sea de “síntesis” o “especificista”– no es percibida como una operación teórica de elaboración original sino como una operación política de acercamiento con sectores del anarquismo “oficial” y del “anti-capitalismo” difuso. No fue casual la presencia de representantes de una que otra sigla, como actores estelares del conocido elenco de organizaciones ficticias.

 

Con todo, hay dos diferencias respecto a lo que ocurría hace medio siglo atrás. Habría una primera diferencia que hoy presenta rasgos más negativos y es que aquella debacle fue apenas un movimiento propio de repliegue y la rearticulación del anarquismo luego de la derrota del anarcosindicalismo español y, curiosamente, sin lograr ejercer irradiación alguna; mientras que hoy, estamos frente a un fenómeno que se ve en Argentina, en Chile, en Bolivia, en Brasil, en Ecuador, en Perú, etc. –Destacan por pomposos y ridículos, un par de ensayos recientes: resurrección de la FACA (Federación Anarco Comunista Argentina) y el delirio intergaláctico de la OPAR en contubernio con una escuela de samba protoleninista– Pero la segunda diferencia ya presenta rasgos a asumir de modo más optimista puesto que la intención es sencillamente caricaturesca: no existe realmente –con peso específico notorio– ese “anarquismo organizado” que aluden y lo único que se percibe en ese campo es un remedo penoso, esquemático y panfletario que no sabe a dónde ir y por lo tanto, se aventura a la comedia. Lo más triste es que esto, ni a comedia llega, es un culebrón de mal gusto y sin audiencia, que se elabora a manera de libreto alejado de la realidad concreta en el marco de la más ferviente tradición de las taranovelas de Televisa. Desde luego, como siempre pasa en el ámbito de la ficción, ya comienzan a hilar la trama del próximo capítulo. No es accidental la instalación del rústico e improvisado quirófano ni las estrambóticas estructuras a la espera del rayo del renacimiento que eche a andar al cadáver. Ergo: la resurrección de la FAM (Federación Anarquista de México).

No podemos decir que estamos decepcionados, ello implicaría cierta expectativa. Pero si hemos de confesar un profundo dolor. En lo más hondo. Hace largo rato habíamos abandonado la congresitis crónica, la reunionitis congénita; hace tiempo añejo decidimos huir hacia adelante donde no nos alcanzara el fétido olor a ideología, donde el número no comprometiera la propuesta, donde no se impusiera el anarquismo, donde se viviera la Anarquía. Por eso, nos causó un enorme pesar ver a compañer@s recurriendo a las mismas prácticas miserables que tanto han criticado en el pasado, echando mano de la tergiversación, de la inducción, del manoseo, para acomodar las relatorías y propuestas a un guión previamente elaborado. No hubo alternativa: cuando detectamos que el timón estaba amarrado nos lanzamos al agua. Justo antes que se abriera la plenaria –y tuviéramos que escuchar una danza pregrabada pero pretendidamente compuesta a partir de nuestros acordes– nos retiramos. De no ser así no quedaba más opción que recurrir de nueva cuenta a la nota discordante, al disparo ensordecedor en el concierto. Preferimos hacer mutis. De lo contrario se hubieran exacerbado más los ánimos y no, no vale la pena continuar contribuyendo a la leyenda negra. Definitivamente, fue tan enérgica la invocación que se apersonaron los espíritus. Sólo que ante este aluvión de ánimas fue imposible pasar revista para controlar “tendencias” y evitar agendas a todas luces contradictorias. Era la hora de los muertos. De repente escuchamos el eco de un bastón y la voz temblorosa de Fidel Miró ordenando alzar las anclas y emprender, una vez más, el viaje en círculo: la eterna y tortuosa travesía hacia ningún lugar.

Gustavo Rodríguez.

México, a cuatro de mayo de 2011.

 

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